Viernes de dolores para una joven rumana que con sólo quince años fue a ponerse de parto en el ferial, donde trabaja. De suerte que los ángeles de la Cruz Roja están para un roto y para un descosío y enseguida pudo parir en el Hospital Virgen del Puerto. Mientras tanto cenaban los muy caseteros en las casetas más cucas en años, pero también más flojas de personal.

El Sombrero, de las más veteranas, exhibe un panel con fotografías del glorioso pasado mientras Los Turroneros --todo un clásico-- deja en manos de un DJ los pasodobles. Donde sí hubo orquesta fue en el Tamboril, eso sí, fusionado por los rigores de la merma de socios con La Bellota. Para compensar la peña del Club Cultural Taurino trae un grupo rociero y la academia de danza Plantagenet más San Gil montan su propia caseta y el alcalde de allí, pero concejal de Festejos de aquí, Blas Raimundo, se arranca a echar un baile con Cruz, la profesora.

El aire acondicionado de Los Magentos se nota en la entrada, que no llega ni a media en las atracciones ante el lamento de los feriantes mientras La Gárgola, otrora reina de las colas, pierde fuelle y confía en los visitantes del fin de semana.