TLtos municipios representan el primer núcleo de organización social del individuo después de la familia. Aunque a fuer de ser sinceros, hoy en día, al haberse estratificado las casas en bloques de apartamentos, tendríamos que decir que la primera célula de convivencia es la comunidad de vecinos. Pero, claro, lo es con el exclusivo fin de administrar los elementos comunes del edificio. Además, no todos vivimos en régimen de comunidad.

Los ayuntamientos constituyen, pues, la forma más primaria de organizar la vida ciudadana, encaminada a satisfacer las necesidades más básicas y vitales. De ahí la importancia de los alcaldes como regidores municipales, y que siempre se piense en ellos como autoridad esencial, próxima y cercana a los ciudadanos. Es decir, como la persona que mejor debe conocer nuestros problemas y que debe estar siempre presta a resolver nuestras necesidades. La importancia de sus funciones demuestra la trascendencia de su elección.

Para la elección de alcaldes existe un régimen que, con ligeras reformas, data de 1978. En 35 años de democracia a ningún partido le ha interesado modificarlo. Se ha aceptado. Y aunque se diga que no es el procedimiento más democrático, nadie hasta ahora había propuesto otro.

En estos momentos, cuando a algún partido no le favorece, se pretende cambiarlo. Los demás partidos, que consideran que el cambio les perjudica, se oponen. Como es fácil deducir, ni los unos ni los otros se mueven por intereses democráticos, sino por meros intereses partidarios.

Al pueblo esta disputa le cae por sorpresa. Cada día está más lejos de la clase política. Las prisas en modificar la norma demuestran una vez más que se juega con el electorado. La prueba más concluyente es que ninguno de los grandes partidos habla de democracia directa: de elegir al alcalde, a los concejales, en listas abiertas. Con este procedimiento, el candidato electo sería el que realmente quiere la mayoría del pueblo. En otro caso, no dejará de ser el cabeza de lista impuesto por el partido.