--Hoy se le despide en la catedral después de casi 13 años de obispado en la diócesis. ¿Qué sensación le queda?

--En principio, de alegría por tener la oportunidad de sentir el calor del afecto de la gente a la que quiero, de los cristianos con los que he compartido la fe en Jesucristo y la vida de la Diócesis en todos los proyectos que hemos compartido a lo largo de estos casi 13 años.

--¿Qué es lo que más va a echar de menos?

--Espero no echar de menos nada. Eso será señal de que he sido bien acogido en Jaén y de que me integro pronto en aquella tierra. No obstante, es seguro que me acordaré muchas veces de personas, de experiencias, de paisajes, de tantas cosas buenas como he tenido la oportunidad de vivir en la Diócesis de Plasencia.

--¿Cómo definiría esta etapa?

--Suelo pensar en estos días, en los que siento que se termina esta importante etapa de mi vida, que me voy en el momento en el que más estaba disfrutando de lo que hemos hecho en la Diócesis en los años en los que he sido el Obispo. Han sido muchas las experiencias, sobre todo pastorales, que he tenido la oportunidad de compartir con los sacerdotes y con los cristianos de a pie de todas las parroquias. Ahora, sobre todo al terminar la Misión Diocesana Evangelizadora, en la que hemos llevado el anuncio de Jesucristo a tantas personas, queríamos recoger lo que hemos sembrado. No obstante, espero que todo lo que hayamos podido hacer lo recoja el nuevo obispo en el comienzo de su ministerio en Plasencia.

--Hablando de crisis, ¿cree haber respondido bien a las necesidades que ha creado el paro en la ciudad?

--Puedo asegurar que en nuestra diócesis de Plasencia ha habido una gran preocupación por estar muy cerca de todos los que hayan sufrido más agudamente la crisis en estos últimos años. Yo personalmente he estimulado esta inquietud social y me consta que los sacerdotes y las parroquias han sabido estar, en la medida de sus posibilidades, a la altura de las circunstancias.

--Ha sido un obispo aperturista en cuanto al patrimonio de la Iglesia. ¿Por qué ha apostado por esa apertura?

--Porque vivimos en una época y en una sociedad en la que se valora cada vez más el patrimonio cultural y, sobre todo, en la que la cultura es un bien social. Es por eso que también la Iglesia tiene que, además de cuidar el patrimonio, ponerlo al servicio de la sociedad, para su disfrute, pero también como un medio de evangelizar.

--¿La llegada de Las Edades del Hombre a la ciudad, la verán los placentinos?

--Yo deseo que así sea. En lo que se refiere a la petición de Las Edades del Hombre para Plasencia y Béjar, he hecho todo lo que se podía hacer para que algún día se convierta en una realidad. Pocos meses después de llegar a Plasencia como obispo ya inicié las gestiones y no he dejado de insistir donde correspondía. Me sentiré muy feliz cuando se anuncie su celebración, y no dudo de que llegará ese día.

--Durante su obispado se realizaron las obras del Seminario, que costaron 3 millones de euros. ¿No cree que se puede considerar un proyecto desorbitado en tiempos de crisis, más aún cuando apenas hay seminaristas?

--La pregunta parece más bien una afirmación crítica, y me alegro de que me la haga. Cuando comenzamos el proyecto y la ejecución de la obra del seminario, la crisis aún no había llegado con toda su fuerza a la sociedad y a la ciudad. No obstante, no fue una ocurrencia ni una decisión exclusivamente mía. Este proyecto se inició y se ejecutó por petición de algunos y con el apoyo, sin ninguna objeción, de todos los organismos diocesanos; y fueron consultados todos. Y la razón de esta valoración era, sobre todo, que o lo reformábamos o lo dejábamos caer. Ya no había, en lo que se refiere al edificio, otra alternativa, fue por eso nos arriesgamos. Es verdad que luego vino la crisis, y yo mismo tuve escrúpulos en algunos momentos cuando veía la grúa. Pero todos me estimulaban recordándome que era razonable lo que hacíamos y que estábamos dando trabajo a muchas familias directa e indirectamente durante el periodo más crudo de la crisis. Me estimulaban también las enorme cantidad de donativos que recibimos para estas obras; todos juntos han constituido el mejor argumento de que lo que hacíamos estaba bien hecho.

En cuanto al uso, es verdad que ahora hay pocos seminaristas, pero un edificio como ese no se hace sólo para pocos años, hay que mirar al futuro. Además algunas instalaciones del seminario están prestando un gran servicio social y cultural.

--¿Cree que escándalos en la iglesia como los abusos a menores pueden mermar las vocaciones o el acercamiento de los jóvenes a la Iglesia?

--Los escándalos siempre hacen daño a la credibilidad de la Iglesia. Y los que se refieren a los menores son siempre intolerables, vengan de quienes vengan. Por eso la Iglesia sostiene la tolerancia cero para esos delitos. Espero que esa actitud inspire confianza en nuestros jóvenes y en sus familias.

--Usted siempre ha defendido que Guadalupe sea de una diócesis extremeña...

--Por supuesto, yo defiendo y defenderé siempre que Guadalupe debería de estar en la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz, en concreto en la Diócesis de Plasencia. Así lo hemos manifestado insistentemente en Roma los obispos de la tres diócesis. Naturalmente esperamos que nuestra petición haya llegado a los diversos Papas. A alguno sí me consta que le ha llegado.

--Va a ser nombrado hijo adoptivo de la ciudad...

--Me hace muy feliz. Desde el primer día que llegué me he sentido placentino de corazón. Que Plasencia me sienta uno de sus hijos, me llena de profunda satisfacción y de gratitud. Me enorgullece ser de aquellos que viven para agradar a Dios y a los hombres.