TCtuenta la leyenda que Claudio II prohibió los matrimonios entre los jóvenes, dado que los solteros eran mejores soldados al no tener ataduras. Mientras, Valentín, sacerdote romano, celebraba casamientos a sus espaldas, lo que a la postre, milagro incluído, le costó la vida y le convirtió en Santo. En esto, como en botica. El secreto está en el equilibrio siempre.

Algunos se aman tanto a sí mismos que no saben amar ni recibir amor, perdiéndose la magnitud de lo que se siente al regalarlo. Tener a alguien con quien compartir TODO, con confianza y naturalidad, sin miedo a ser juzgado o herido y que atreverte a mostrar tu vulnerabilidad o debilidades no conlleve ningún riesgo es amar.

Ocurre raras veces y lo único que te ayuda a sobrevivir son esas pequeñas cosas que alimentan tu niño interior a modo de salvavidas al que asirte para continuar a flote. Sorpresas que, por inesperadas, son alentadoras e ilusionantes.

Si no te quieres, los demás se darán cuenta y serán tu reflejo. Recibirlo de ti mismo es esencial pero, si además tienes a alguien que te ame, lo recibido se multiplica de forma exponencial.

Otros, los cobardes, sin embargo, aman a todo el mundo, es lo más sencillo. Lo hacen tanto que, simultanean varios amores, uno público, otro privado, cuando no sean más. Ilusos ignorantes creen que así se ama más y mejor, cuando es menos y peor.

Luego están los que son todo amor para los demás. Se alimentan de la entrega al resto, puede que por puro egoísmo, siendo su única forma de quererse, obtienen más recompensa en la entrega que en nada y lo convierten en la única fuente de amor propio, aunque algunos piensen que, básicamente, no saben quererse, es posible.

En cualquier caso tengamos presente que lo contrario de amor no es odio, sino miedo. Todas las decisiones que tomamos en la vida vienen dadas por uno de los dos. ¿Se habían parado a pensarlo? Sea como sea y por los siglos de los siglos, amen (así, sin tilde).