El colegio Inés de Suárez amaneció ayer con todas las puertas de un pabellón arrancadas a patadas. Los autores se dedicaron además a tirar el material escolar por los suelos o mover ordenadores, pero apenas robaron nada, por lo que tanto los profesores como la policía local no dudan de que se ha tratado de un acto de vandalismo.

Los destrozos los hicieron probablemente la noche del martes, ya que al volver ayer a clase "los profesores nos dimos cuenta de que la puerta principal de aluminio de un pabellón estaba arrancada. Pensamos que habrían entrado a robar". Pero lo que sucedió fue que se encontraron una por una todas las puertas del pabellón rotas o arrancadas de sus marcos a patadas, ordenadores movidos o plastilinas por los suelos y apenas faltaban cosas. "A una profesora le han quitado doce rotuladores y poca cosa más", señaló un maestro.

Ante este panorama, un centenar de niños tuvieron que permanecer en el recreo y retrasar así el inicio de las clases durante al menos una hora hasta que la policía local y nacional tomaban fotografías y huellas. Es la primera vez que el colegio sufre un ataque semejante y "hasta los niños se han disgustado porque la clase la hacen suya y es como si fuera su segunda casa".

El ayuntamiento, responsable del mantenimiento de los colegios, fue ayer ágil y enseguida acudieron operarios al centro para reponer las puertas, sobre todo la principal, que prevén cambiar más adelante por una de hierro para evitar que puedan volver a entrar.

No fue éste el único acto vandálico del puente porque el martes, la policía local detuvo en la calle Zapatería a dos jóvenes, uno menor de edad, por tirar un contenedor a la calle Trujillo y arrancar plantas en la plaza del doctor Sayáns.