Las avenidas del Generalísimo y del Ejército se llamarán a partir de ahora avenida de Juan Carlos I, pero no se queda sólo en un cambio de denominación fruto de la revisión histórica acordada por el gobierno municipal del PSOE. Al unificarse en una sola avenida, todas las viviendas cambiarán de numeración y los vecinos tendrán que poner al día toda su documentación.

Desde el padrón municipal o el censo electoral a todo el papeleo a efectos bancarios, de correspondencia, de Hacienda, Seguridad Social y un largo etcétera que cada residente tendrá modificar oportunamente, como recordaron ayer los funcionarios del registro municipal "porque los vecinos tendrán que venir uno por uno a hacer el cambio de domicilio".

"Hombre habrá a quien le suponga un trastorno todo ese papeleo porque que se llame de una manera u otra no tenga ni siquiera connotaciones para ellos, pero a mí me parece excelente por lo que ha supuesto el rey para la democracia". Lo dice el historiador Jesús Manuel López Martín, que añadió: "es bueno saber lo que se ha producido en la Historia para que no se vuelva a repetir, pero también hay que tener la valentía de hacer una revisión histórica y me imagino que la propuesta del ayuntamiento estará bien fundamentada".

Se trata, sin embargo, de un escueto acuerdo de la junta local de gobierno a propuesta de la alcaldesa, Elia Blanco, que lo justifica en lo obsoleto de ambas denominaciones y poco más añadió ayer el portavoz municipal, Pablo Sánchez del Mazo: "A mí, que soy además vecino, y a mi grupo no nos hace gracia que lleve el nombre de este personaje de la historia de España". La idea es que le siga la avenida de José Antonio aunque no es la primera vez que desaparecen nombres franquistas en la nomenclatura urbana. De hecho siendo Jesús Manuel López Martín concejal de Urbanismo hacia 1989 se cambió Batallón de Ametralladoras por Cañada Real.

DESDE LA TRANSICION Ahora afectará a una de las avenidas principales donde viven cientos de personas y tienen su sede instituciones tales como la Tesorería de la Seguridad Social, el Registro de la Propiedad, la Federación Empresarial Placentina o la cámara de comercio y la acogida es desigual. Desde el vecino que opina que bien vale el cambio de toda la documentación al nostálgico que no cree oportuno pasar así página a la historia y desde el republicano molesto al que ve en Juan Carlos I un símbolo en pleno debate sobre la reforma de la Constitución.

Los nombres de la calle no han sido ajenos a los avatares políticos. La archivera municipal, Esther Sánchez de la Calle, recordó que la avenida del Generalísimo se llamó de Canalejas en tiempos del presidente del gobierno liberal allá por 1910, pero antes, a finales del XIX y en pleno ensanche, se conocía por plaza de los llanos.

Del Generalísimo no se llamó precisamente en el periodo de la guerra civil, que por entonces sólo la travesía del Teatro Alkázar se denominaba General Franco, sino que fue decisión del alcalde Pepe Mariño en plena transición.