La concejalía de Bienestar Social ha dado de plazo hasta hoy a las seis familias de temporeros portugueses acampados en La Data para que ingresen de forma voluntaria a sus hijos en el centro de menores de la Junta en Valcorchero hasta que se marchen a Valdastillas, donde los padres han asegurado que tienen plaza en el colegio porque es donde se dirigían para trabajar en la recolección de la cereza cuando al patriarca le sobrevino una trombosis de la que se recupera en el hospital Virgen del Puerto.

Desde entonces, y va a hacer ya doce días, no han querido seguir su camino y primero se instalaron bajo el puente San Lázaro, de donde ayer explicaron que les echó la policía local aunque después se marcharon al descampado de la Data que está situado más cerca del río.

Aunque allí también recibieron la visita de la policía local para volver a desalojarles, no fue hasta ayer cuando la concejalía de Bienestar Social envió a una asistente para conocer la situación de los niños, que suman finalmente 22 repartidos en dos grandes grupos bajo tres lonas.

De la primera visita, la asistente social se llevó ya al centro de menores de Valcorchero a tres de los niños y a su madre porque aprovechó para denunciar maltratos, según indicó el edil de Bienestar Social y Educación, Victoriano Durán.

En la segunda visita les llevó comida y les insistió en que los niños no pueden permanecer a la intemperie, con lo que, si los padres no dan su consentimiento, el ayuntamiento los ingresará hoy mismo de forma temporal en el centro de Valcorchero, según advirtió Durán.

LA JUNTA ESTA INFORMADA El director general de Migraciones estuvo ayer al tanto tras conocer por EL PERIODICO la situación. "Desde luego hubiera tomado cartas en el asunto mucho antes de haber sabido que había menores en el campamento de temporeros". Así explicó el edil de Bienestar Social el retraso en su actuación después de casi 12 días acampados de forma ilegal, lo que contrasta con el hecho de que la policía local sí estaba al corriente y llegó a desalojarles del puente San Lázaro y a apercibirles en La Data.

Mientras tanto, los niños, que oscilan entre pocos meses de vida y los dieciséis años, viven entre el barrizal que forma la lluvia en el descampado y bajo lonas, pese a las bajas temperaturas. Llama la atención ver la ropa puesta a secar sobre las malas hierbas mojadas y a los más pequeños jugando, ajenos al problema, sin pañales para cambiarles. "Es su forma de vida --advirtió Durán-- pero con los menores no podemos consentirlo".