Las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística (INE) son reveladoras: el número de enlaces en el que uno de los contrayentes tiene 60 años o más ha experimentado un crecimiento espectacular en la última década, pasando de 3.721 en 2003 a 7.878 en 2013. Lo cierto es que la institución del matrimonio vive sus momentos más difíciles pues se ha reducido de 212.300 a 155.098. Todo ello contribuye al auge de los matrimonios tardíos.

Si se hacen números, en una de cada 20 bodas uno de los novios ha traspasado la barrera de los sesenta años. Este auge es también una consecuencia de la normalización del divorcio, pues la cifra que aumenta es la de personas que se casan, se divorcian y se vuelven a casar.

Los divorcios han crecido de 42.000 a 104.000, aunque hay también otro factor: la población es más mayor. La esperanza de vida más alta desde que hay estudios se alcanzó el año pasado. Un hombre de 60 tiene 20 años más de vida. Las mujeres tienen unos 25,6 años más.

No puede perderse de vista que se llega a esas edades avanzadas cada vez en mejores condiciones, lo que anima a algunos mayores a casarse, a volver a experimentar emociones de juventud.

Los hombres mayores se casan con mujeres jóvenes. En 2013 se casaron 5.775 novios mayores de setenta años, pero las novias de esta edad fueron la mitad, unos 2.790. En esas edades la presión social invita al hombre a no estar solo, mientras que a la mujer se le cuestiona con severidad si se quiere volver a casar.

Personas que hace unos años ni siquiera se divorciarían ahora no solo lo hacen, sino que se vuelven a casar. Y los hombres se casan con mujeres en ocasiones muy jóvenes.