Da vértigo pensar que las huertas de La Isla nos van a costar, y aún sin fijar los intereses, nueve millones de euros. Pero da más de pensar que habrían sido seis veces más si la alcaldesa hubiera aceptado la propuesta de los propietarios. Es el litigio más dañino para el ayuntamiento desde el día en que Mariño se empeñó en la ocupación directa. En casi treinta años no ha ganado ni uno solo de los pleitos y la ´patata caliente´ pasó de alcalde en alcalde. Pero sin perder de vista que los dueños están en su derecho, incluso ahora de recurrir la tasación, al César lo que es del César y Elia María Blanco puede presumir de haber jugado bien la partida. Ahora que le eche un mus al ministerio de Fomento para que no tengamos que esperar, como con el paseo de las riberas, catorce años para disfrutar de un puente en la N-110 que la propia alcaldesa reconoce, eso sí, en su segunda legislatura, que urge y que debía ser ya una realidad. Por lo menos, la Feria del Libro ha dejado de montarse en expositores cutres y, por cierto, ¡vivan los novios!