Cientos de niños del barrio de Gabriel y Galán participaron ayer en la fiesta infantil que organiza por segundo año la asociación vecinal Unadata. Pero faltó un niño de ocho años que la noche anterior sufrió la segunda agresión en veinte días a manos de otros menores del polígono. Es la cara y la cruz de una populosa barriada en permanente conflicto de convivencia con los ocupantes ilegales de los pisos sociales vacíos.

"Probablemente sea el día que más tranquilos juegan los niños en Gabriel y Galán", dice una portavoz vecinal para justificar la fiesta de ayer. "Porque anoche tuvo que venir una ambulancia del centro de salud a atender a un niño de ocho años que no es la primera vez que sufre una agresión y no son cosas de niños", añade.

Mientras tanto, siguen rotos los cristales y las persianas del centro cívico de Gabriel y Galán que han vuelto a ser apedreados aunque la vez interior incluso estaba el concejal de Seguridad Ciudadana, Blas Raimundo, a quien un dirigente vecinal denunció ayer la agresión del niño y la última ocupación ilegal de una vivienda.

"Los vecinos se pusieron delante de la puerta para impedir que los ilegales se metieran en el piso mientras llegaba la policía local, cuando llegó se dispersó el grupo de cuarenta gitanos que había, pero en cuanto desapareció la policía ahí se han metido". Así mismo se lo relató al concejal. "¿Pero tú has visto vigilancia policial? Pues es que no hay".

La asociación Unadata se ha empeñado en hacer la vida más feliz a los niños y ayer se emplearon en montarles una fiesta aunque lamentan que sin ayuda municipal. "Les hemos pedido por escrito y por e-mail ayuda, pero nada".