Como el ciclo de la vida o el mito de Sísifo, cada año el cerezo efectúa su recorrido biológico, captando, inevitablemente, la atención de nuestra mirada estación tras estación del año. Con su adormecido tronco morado en invierno, el granate casi rojo de sus hojas en otoño, su rosa durante el milagro de la floración primaveral que cada temporada atrae a millones de turistas a nuestras comarcas para presenciar el espectáculo de la lluvia de pétalos al desprenderse para dejar paso al sabroso fruto veraniego, su cereza. Una paleta de colores que pocos árboles ofrecen.

Y en todo este ciclo, el agricultor lo mima entre oportunas podas y acertados injertos, con la ilusión y la mantenida esperanza de que ese año, los granizos no dañen la cosecha y, desolados, comprobar con rabia e impotencia los daños producidos en la turgente y tierna piel de cada bolita roja, echando a perder lo invertido.

Plagas, climatología, robos… es el pan de cada período de los cereceros, además de los oprimentes controles sanitarios que conlleva la atribución de Denominación de Origen, que positivamente ha contribuido a su reconocimiento nacional e internacional, pero negativamente, interfiere en la selección y proceso de recogida, ya de por sí costosas.

El precio que recibe el cultivador por el producto es irrisorio comparado con el de mercado, máxime cuando la cosecha ha sido mala por los efectos climáticos como el pedrisco o las bajas temperaturas. La cifra que el consumidor paga, si desea adquirirla en los comercios, puede llegar a multiplicarse por diez. Lo que hace que, cuando hablas con personas de la zona que ya han degustado este manjar, residentes en otros lugares de la geografía española, por no hablar de la que lo hace fuera de nuestras fronteras, atribuyan al fruto el no muy positivo dicho de valer su peso en oro. Lo cual afecta al ánimo y más aún al bolsillo de productores y consumidores.

Otro valor añadido son los cientos de puestos de trabajo que la Agrupación de Cooperativas del Jerte oferta cada campaña asistiendo a la economía de numerosas familias. También sus poderes antioxidantes, antiinflamatorios y desintoxicantes aplicados en salud, gastronomía, estética, etc., han elevado su categoría de manera exponencial.

Sigamos consumiéndolas para contribuir al recíproco beneficio de origen y destino.