Tiene la ilusión de un niño con un juguete nuevo dibujada en las pupilas. Antonio García posa junto a sus dos "tesoros", les acaricia y les mima, disfruta con el rugir de sus motores, con ese acabado que tanto le ha costado lograr.

Es un heredero más de una tradición familiar: conducir camiones. Su abuelo tenía una empresa y ésta pasó a su padre, quien le cedió la pasión por estos vehículos. A sus 61 años, sigue recorriendo las carreteras españolas como chófer en la flota de la empresa RECO. Pero los festivos y fines de semana se entrega a su gran pasión: restaurar camiones antiguos.

Un Redford y un Opel

Dos años le llevó arreglar un viejo Redford de 1939, rescatado de un desguace de Badajoz, y algo más le está costando que un Opel del 51 pueda volver a cabalgar por el asfalto. Limpia el polvo, la mugre y el óxido de lo que al llegar es chatarra, desarma el vehículo entero, revisa las piezas una a una y después recorre desguaces y ferias de vehículos antiguos, buscando piezas que se fabricaban antes y durante la II Guerra Mundial. "Si no encuentro alguna, la fabrico yo a partir de electrodomésticos o de la estructura de una cama", explica mientras muestra el motor cromado y reluciente del Redford --"mi joya"--.

En las próximas semanas va a comenzar a trabajar una vieja y pequeña ranchera, una Austin que se encuentra en un estado deplorable. Espera que en un par de años, pueda pasear con ella, pero advierte: "Yo no vendo, esto son dos tesoros personales, no tienen precio".