La operación antidroga llevaba a cabo el lunes en San Lázaro y que se saldó con 5 detenidos ha permitido terminar con un clan familiar de traficantes, que se dedicaban, tanto a la venta a consumidores finales, como a otros minoristas. Así, los registros llevados a cabo en cuatro domicilios donde residían los detenidos, se saldaron con la intervención de casi un kilo de heroína, "uno de los alijos más importantes de los últimos tiempos de esta sustancia en la región", como destacaron ayer el delegado del Gobierno, Germán López Iglesias, y el comisario provincial de la Policía Nacional, Luis Ochagavía.

Ambos, junto al jefe de la brigada de la policía judicial de Cáceres, Cipriano Arévalo, responsables de la investigación y la operación --que contó con la colaboración de la Policía Nacional placentina y la Policía Local--, ofrecieron ayer los detalles de una actuación que terminó con la detención de tres hombres (J.A.S.S., de 48 años, J.J.J., de 21 y A.I.H.J., de 25) y dos mujeres (M.D.J.S., de 49 años y M.C.J.S., de 42), miembros de la misma familia y que están ya en prisión, según informó el comisario. En el momento de su detención, tres estaban en libertad provisional por delitos anteriores.

Además, los agentes intervinieron 920 gramos de heroína de gran pureza, 115 gramos de cocaína, hachís, casi 10.000 euros en billetes, un arma simulada, joyas, teléfonos móviles y aparatos de gran valor como televisiones, una mesa de mezclas, videoconsolas etcétera.

Fue el resultado de una investigación que comenzó en diciembre y que se desarrolló con una exhaustiva vigilancia, que pudo determinar que la familia utilizaba una vivienda para la venta exterior y el consumo también en su interior de la droga y el resto de viviendas como almacén para guardar las cantidades más importantes de droga y para la venta a intermediarios.

Fruto de esta vigilancia además, la policía levantó 18 actas de intervención de sustancias estupefacientes a compradores, que fueron denunciados.

Una vez determinaron que se encontraban ante un clan familiar que hacía del tráfico de estupefacientes su modo de vida, se pidió la autorización judicial para los cuatro registros, que se produjeron de forma simultánea y muy rápida para evitar que sus inquilinos intentaran deshacerse de la droga, como trataron de hacer las mujeres. La de mayor edad incluso dio patadas y puñetazos a los agentes y mordió a uno, además de lanzar amenazas de muerte.