Los conductores de coches piden el mismo control policial para acabar con la contaminación acústica que provocan los tubos de escape trucados de los ciclomotores y que los agentes paren a los motoristas como están parando coches en cualquier punto de la ciudad para comprobar que los propietarios tienen toda la documentación en regla y ahora también para advertir del uso del cinturón de seguridad así como del casco.

El problema radica en que el ayuntamiento no ha dotado a la policía local del aparato que sirve para medir los decibelios, sin el cual no puede inmovilizar los ciclomotores por mucho que el ruido ensordecedor que emiten sea la prueba evidente de que llevan el escape libre.

Mientras tanto, sigue siendo la queja más frecuente de los vecinos y más ahora que se han intensificado los controles policiales para los coches. A la prueba de alcoholemia le ha seguido el control del uso del cinturón de seguridad para lo que los policías están entregando a los conductores un folleto informativo sobre los beneficios de llevarlo puesto como impone una normativa de hace diez años.