Entre 18 y 20 personas de nacionalidad rumana, entre ellos niños de uno a siete años, viven en un piso de poco más de cuarenta metros cuadrados sin luz y utilizan la calle para lavarse, como cuarto de baño y para montar tiendas de campaña donde algunos duermen durante la noche. Lo ha denunciado la asociación de vecinos de la colonia de Guadalupe, que se queja además de los problemas de convivencia que generan y ha advertido ya de la situación a la Policía Nacional y a la alcaldesa, a la que instan a pedir con urgencia una inspección de Sanidad.

El presidente vecinal, Emilio Montes ha transmitido por escrito a la alcaldesa el malestar de los vecinos por un problema que surgió hace unos quince días, cuando las familias rumanas alquilaron un piso próximo a la sede vecinal que llevaba años cerrado y sin habitar. "Ese piso no está en condiciones. No tenía ni taza de water y había sufrido una inundación hacía unos años", contaba ayer un vecino del mismo bloque.

Otros se quejan de que "se lavaban en una fuente pública y no sé si se ha roto o el ayuntamiento ha cortado el agua" y añaden con preocupación que "hasta utilizan las traseras de la sede vecinal para orinar y hacer sus necesidades, hombres y mujeres". También les han visto montar tiendas de campaña para que alguna familia duerma y trasladar colchones hasta el piso y afirman que por las noches "a las tantas de la mañana se oyen voces, golpes, gritos, parece que se estuvieran matando".

Los vecinos lamentan la situación en la que viven, sobre todo por los niños, ya que "vienen constantemente a pedir agua o algo para comer", señalaba ayer el dueño de un bar. Quieren dejar claro que no han denunciado la situación por racismo o animadversión hacia ellos sino porque "todo el mundo debe respetar unas normas de convivencia y el ayuntamiento o la policía deben hacerlas respetar".

A RECOGER CEREZAS Ayer por la mañana apenas había en la casa una joven con un bebé de meses, una niña y un familiar, que aseguró que solo tres familias viven en el piso y pagan un alquiler de unos 200 euros y explicó que han venido a la ciudad para trabajar en la recogida de la cereza, con lo que, cuando acabe la temporada, se marcharán.

El familiar negó que montaran tiendas de campaña; se laven en la calle o haya algún problema de convivencia.