Los últimos datos de la EPA revelan que Extremadura es la única comunidad autónoma que no ha creado empleo en el 2016. La situación es grave y pone de relieve que necesitamos con urgencia medidas imaginativas que permitan atraer inversiones e incentivar los sectores económicos más deprimidos en nuestra región: el industrial y el tecnológico.

El desarrollo industrial en Extremadura ha estado secularmente lastrado. La ausencia de mar, la frontera con Portugal y un vasto territorio escasamente poblado han impedido el germen y desarrollo de industrias manufactureras. Extremadura -hay que reconocerlo sin ambages- hoy es una región subvencionada y esta situación debe cambiar. Necesitamos apuestas inteligentes y proyectos innovadores que vuelquen el sistema de producción. Si esto no se produce en un tiempo más o menos corto, con el envejecimiento de la población y la emigración del capital humano más cualificado, estaremos abocados a un futuro poco prometedor.

Uno de los criterios que últimamente se aplica para potenciar el despegue económico se encuentra en la Especialización Inteligente, que propone un método especial (RIS3) para diseñar estrategias específicas en materia de innovación y de sectores productivos. Cuenta con una plataforma creada por la Comisión Europea que da soporte técnico a los Estados miembros y sus regiones. En Extremadura se ha diseñado ya una implementación de la estrategia RIS3. La finalidad última -se dice- es articular una transformación económica para hacer de Extremadura una región más competitiva en un contexto global.

La especialización inteligente ha tenido gran éxito en algunas regiones y ciudades europeas. Estos logros deben servirnos de estímulo para desarrollar la implementación iniciada en nuestra región con el fin de alcanzar un nuevo modelo económico. En síntesis, se trata de una nueva filosofía económica que indaga en sectores preferentes para priorizar estrategias productivas y tecnológicas que sirvan a la postre para cambiar modelos productivos obsoletos.