Ella ha querido volar sola. Pero Félix Dillana todavía pone y quita en el PSOE placentino y las risas que se echaron juntos en la asamblea del jueves no fueron más que un paripé. De cara a la galería parece lo que cantaba Julio Iglesias, que la vida sigue igual, pero algo está cambiado. Despacito, pero iba a reaparecer, si no, Dillana como presidente honorífico del nuevo comité local del partido. Así, a las claras, quien manejaba a su antojo desde las sombras. Con su vuelta a la escena pública está dando muestras de debilidad porque fuera de su feudo placentino ya no es el que era y de ahí que ella haya querido soltar lastre. Misión imposible, hoy por hoy, aunque cuarenta votos en blanco son un aviso de las distintas sensibilidades a las que el aparato local trató de engatusar para vender una imagen de buen rollito, pero que han preferido dejar que se maten solos en una clara maniobra de desgaste que ella ha dicho ver como un voto de confianza. Serán insensibles.

Ella sabrá. Como decir que se ha llevado a los concejales a su comité local por transparencia e higiene. Será que en en Mérida no son tan aseados porque no está ni el alcalde. Ahora bien, habiendo renunciado a seguir en la dirección del partido los pocos críticos que quedaban, ¿de qué control de los concejales habla o deberíamos hablar de tener controlado el percal? Porque mucho ayuntamiento ha metido en el comité, que no solo concejales y, por cierto, por la misma transparencia e higiene ya está tardando en pedir al presidente de San Miguel que deje correr el aire en la asociación de vecinos. ¿Se dan cuenta de que aquí nadie habla de proyectos, sino de ambiciones personales?