Las Hermanitas de los Pobres se han hecho un hueco en la abarrotada Plaza Mayor durante los mercadillos de los martes, con un pequeño puesto junto al ayuntamiento en el que ofrecen galletas de gran tamaño al precio de un euro la unidad.

Con el dinero recaudado, explica la hermana sor María Luisa, encargada del puesto, compran kilos de alimentos para los ancianos residentes en el asilo que dirigen. La primera vez que instalaron el puesto fue "en el Martes Mayor, y vendimos las 800 galletas que traíamos", recuerda sor María Luisa, "y eso nos animó a continuar todos los martes", cuenta.

Las galletas las realiza una asociación de Madrid, llamada La Galleta Solidaria, y que tiene por eslogan una galleta=un euro=un kg de alimentos , que conoció la situación de la residencia de las Hermanitas a raíz de "que colaboran con una asociación que también colabora con nosotras", explica la monja. La segunda asociación explicó a los miembros de La Galleta Solidaria que "nosotras teníamos más necesidades aún que ellos", por lo que "las dos chicas que lo llevan en seguida quisieron colaborar con nosotras", detalla sor María Luisa.

De esta manera, cada martes se dedican a la venta de estos dulces, que tienen un "gran éxito", se alegra la monja. Esta apreciación se basa en que "traemos entre 200 y 300 todos los martes, y rara vez quedan", asegura sor María Luisa. "Por ejemplo, hoy ya se están acabando", aseguró sor María Luisa en el mercadillo de ayer, unos minutos antes de que el reloj del ayuntamiento diera las doce del mediodía.

Además de este intercambio de galletas por un euro solidario, no es extraño ver a ciudadanos que aportan dinero directamente en la hucha que acompaña al expositor de las galletas, ciudadanos que declinan el ofrecimiento del dulce que les correspondería a cambio de su aportación desinteresada.

Las galletas, envueltas en bolsas individuales transparentes, para que se vea que varían en formas, colores y dibujos, las hay "de chocolate, canela, vainilla y frambuesa", enumera sor María Luisa, que se muestra muy "contenta" por el apoyo popular que reciben cada semana, y que ayuda a estas monjas a atender mejor a los 80 ancianos que dependen de ellas.

Cuenta sor María Luisa que "la residencia está siempre completa, apenas hay un hueco libre alguien lo ocupa", contenta del respaldo que eso supone a su labor.