Crecer no significa dejar de ser niños. En las redes sociales, alguien deseaba ser niña durante la noche de Reyes. Y yo me pregunto cuándo se deja de serlo. En mi opinión siempre está ahí, lo que ocurre es que la vida diaria nos obliga a comportarnos como adultos responsables la mayor parte del tiempo, sin embargo, existen multitud de ocasiones en las que podríamos dejarnos llevar y manifestarla de forma natural y sin complejos. La vida es un juego siempre, aunque a medida que nos hacemos mayores, las reglas cambien y nos obliguen a controlar y perder nuestra esencia más primigenia.

Así, como cada año, vinieron los Reyes Magos. ¡Qué ilusión! Como dice Mafalda, yo también me sigo poniendo de los nervios. Es tan fácil sonreír deseando que bajo el árbol haya un regalo con nuestro nombre. Recibir es bonito, pero dar es sublime y ayudar a SS. MM. en tan ardua labor, resulta muy gratificante.

Cruz Roja reparte cientos de juguetes entre los niños más necesitados. Que nadie se quede sin su regalo es el propósito de todos. Conservar la fe y confiar en que la magia existe porque nosotros mismos la creamos, encendemos y compartimos. Permitirnos durante esa noche ser el niño que aniquilamos a diario, acarrea sensaciones positivas para uno mismo y para los demás, pues el ambiente transmite felicidad.

Hemos perdido los papeles y convertido una tradición en puro espectáculo, circo, típico en este país. Necesitamos que este año supere al anterior. Sustituir los caballos, lógicos en una cabalgata, por tractores disfrazados o no, que tiren de carrozas con temáticas imposibles, ajenas al verdadero sentido de la celebración. En definitiva, la manifestación de un sistema que corrompe hasta lo más tierno y puro como la ilusión de grandes y pequeños. Que de verdad está viva, solo hay que dejarla ser y es tan básica que, con poquito, se puede lograr hacer muy feliz a alguien. Estamos tan mal acostumbrados a tener de todo y por duplicado, que nos parece poco pedirles en nuestra carta una sola cosa y, por si acaso, pedimos seis, y ellos, bondadosos como son, en lugar de traernos un solo presente, nos traen tres o cuatro, oro, incienso y mirra y algún saquito de carbón para los que no se han portado bien.

Simplificar debería de ser el objetivo marcado para todo y todos. La mayoría de las ocasiones, menos es más.