Va a ser verdad que a Victoria Domínguez no le convence el avance del nuevo plan de urbanismo. Surrealista afirmación para ser de la propia concejala de la cosa aunque también es verdad que lo ha dicho tras conocer el rechazo social al proyecto de una ciudad que sigue estirándose, que multiplica la edificabilidad en el monte público de Valcorchero, que recalifica zonas verdes, que no remata con Santa Bárbara o que traslada el ferial al Cachón mientras el ayuntamiento se está gastando 936.000 euros en hacer las casetas fijas en el Berrocal, abierto hace solo ocho años.

Digo que va a ser verdad por su empeño en sacarlo a exposición pública y abrir un plazo de alegaciones, pese a que por Ley el ayuntamiento no está obligado a hacer tal ejercicio de transparencia hasta su aprobación inicial por el pleno y ya sabemos que la política del gobierno de Elia María Blanco es más de hechos consumados. Incluso para lo bueno, con qué ya me dirán para lo malo, porque acostumbra a ocultar hasta las gestiones más nobles que se trae entre manos. En el mejor de los casos cabría pensar que por la Ley de Murphy, para no gafarlas, aunque suele decir la alcaldesa que ella no suelta prenda hasta salirse con la suya. Con lo cual dudo de que vuelva a hablar de la estación del AVE en el término municipal de Plasencia city.

Sigue pareciéndome un gobierno de gallegos porque no sabemos si van o vienen con tanto jugar al despiste. Si no qué me dicen del aviso de Domínguez de que su voto a favor del presupuesto no fue un cheque en blanco o de su desmarque del plan. ¿De quién se supone que es entonces? Esto no es plan.