Raquel Puertas parece haber hecho propósito de enmienda. Si de dudosa reputación fue su repentino paso al grupo mixto con los votos del CCPL ni una semana después de constituirse el ayuntamiento, por el mismo respeto que se merecen las urnas ahora no ha hecho otra cosa que dejar gobernar al partido más votado. Porque ni Díaz en su CCPL ni el PP deben olvidar que esa fue la voluntad del pueblo y a la que al fin y al cabo contribuyeron al concurrir por separado a las elecciones.

Que se lo hubieran pensado antes. Un entendimiento a posteriori hubiera sido un fraude moral al electorado tan legal como el transfugismo por mucho que quieran vestirlo ahora de riñas fraternales y en la práctica, de haber dicho sí a la moción de censura, Raquel Puertas habría activado una bomba de relojería y lo que este ayuntamiento necesita es estabilidad para traer, de verdad, inversiones.

Y controlar la tarea de gobierno es el mandato de las urnas a la oposición. Como el del PSOE es sacar provecho a tanto desfile de consejeros, que nunca habiamos visto tantos por estos lares salvo en época electoral, aunque se haya puesto por montera el pacto antitransfugismo para alcanzar la mayoría absoluta.

Pero en fin, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. O acaso no fueron también tránsfugas los negociadores de la moción de censura: Anselmo Díaz Cabello en el 95 y José Luis Díaz en el 2003. Pero fue más hábil la alcaldesa, Elia Blanco, al adelantarse en su oferta y a saber si el PP y el CCPL no hicieron más que precipitar los acontecimientos antes de las generales.

Eso sí, Puertas tendría que afinar más las inversiones en que justificó el pacto y habrá que pedir a los Reyes Magos que nos las traigan sin crédito y venta de patrimonio.