Ayer, los ´victorinos´ hicieron honor a su leyenda, pues fue un encierro de infinitos matices, que mantuvo en todo momento el interés del numeroso público que acudió al coso placentino. Malo de solemnidad el primero, noble el segundo, también noble, pero muy blando el tercero, bravo en extremo el cuarto, a menos por sosote el quinto, y sin entrega y deslucido el sexto. Todo un abanico de comportamientos.

Y con ella los toreros se mostraron sinceros, con entrega, superando las dificultades del toro malo y luciendo al toro bueno. Fue, a decir verdad, una tarde de gran interés. El Fundi tuvo un primero que cantó de salida su mala condición, pues no se desplazó en el capote y desparramaba la vista en banderillas. A la muleta llegó brusco, violento a veces, quedándose muy corto. Con él el diestro estuvo solvente.

El cuarto, muy en el tipo de la ganadería, más ofensivo, se movió con la clase buena de los ´victorinos´, humillando en el percal. Bravo en el caballo aunque un punto indefinido en el comienzo de faena, ahí jugó la disposición del torero al no dudarle, tratando de llevarle largo y muy tapado. Cortó dos orejas merecidas, una por la faena pero otra por la gran estocada.

El otro triunfador fue Juan José Padilla. Bajito y muy buen hecho su primero, se desplazaba con clase, y el jerezano le hizo una faena en la que corrió muy bien la mano a un astado fijo, que seguía la franela con celo. El quinto fue un toro muy a menos y confirmó lo ya muchas comprobado acerca del comportamiento de los toros, pues si bien fue alegre de salida, llegó al último tercio sin entrega. Aquí Padilla estuvo listo al perderle pasos y, tras un trasteo bullidor, a su manera, cortó el segundo trofeo que le permitía abrir una puerta grande y acompañar a El Fundi.

Uceda Leal tuvo el lote malo de la corrida. Su primero tenía calidad pero muy pocas fuerzas y fue muy protestado, por lo que, aunque logró alguna serie templada, no caló su toreo en los tendidos. Y el sexto fue un mulo, porque no humillaba e iba sin entrega.