Un banco: 578 euros; una farola: 1.320 euros; pintar fachadas para eliminar pintadas: 6.000 euros. Son algunas de las etiquetas que, desde ayer, cuelgan de bancos, farolas, contenedores, papeleras, parques infantiles o fachadas de la ciudad y forman parte de una nueva campaña municipal que busca concienciar sobre las consecuencias del vandalismo.

En este caso, el gobierno de Elia Blanco ha querido hacer público de esta forma lo que cuesta reponer el mobiliario urbano que destrozan los vándalos para hacer hincapié en las consecuencias económicas de unos daños que cada año le cuestan al ayuntamiento 120.000 euros y pedir la colaboración ciudadana.

En esto incidió precisamente ayer la alcaldesa en la presentación de la campaña, en la que estuvo acompañada por los concejales Carmen Blázquez, Blas Raimundo y Francisco Martín. "Son muchos los recursos que el ayuntamiento invierte para mantener la comodidad que requieren los ciudadanos y estos nos tienen que ayudar a conservar el espacio común, a conservar su espacio. Igual que en nuestra casa no rompemos lámparas, sofás o sillas, también debemos conservar el mobiliario urbano de la ciudad", subrayó.

Para la alcaldesa, la actitud de los vándalos "no es tolerable", por eso, "queremos que se conozca el precio del mobiliario porque el dinero que invertimos en repararlo sale de los impuestos de los ciudadanos. Los vándalos tienen que ser conscientes de que, cuando rompen algo, sus padres también están pagando el arreglo y el dinero que gastamos no lo podemos invertir en otras mejoras para la ciudad".

Por eso, se han colocado más de 50 etiquetas --de gran tamaño y que ayer ya llamaron la atención de los ciudadanos-- en diferente mobiliario urbano de la zona centro, los paseos y distintos barrios de la ciudad.

Esta nueva campaña lleva por título El mobiliario urbano es de todos, respétalo porque, además de informar del valor de bancos, farolas o papeleras, busca "fomentar el civismo con concienciación y educación".

Todo para evitar "juegos infantiles echados a perder; bancos estropeados; los focos del suelo pisados a conciencia; contenedores quemados; farolas apaleadas; aparatos de gimnasia destrozados; carteles arrancados... La lista de instalaciones que suelen ser objeto de los consabidos vándalos es larga y también cara para todos los ciudadanos". Por eso precisamente la Concejalía de Obras opta, cuando puede, por reparar con personal y material propio el mobiliario urbano en lugar de gastar dinero en comprarlo nuevo.