Se suceden las graduaciones por estas fechas y todos acuden con sus mejores galas a la imposición de becas y entrega de títulos. A continuación los rituales festivos se llevan a cabo, comiendo y bebiendo, por regla general, o tirando al aire los birretes en ademán de libertad.

Has creído que era excelente, no bajaba del sobresaliente y en el mundo que desarrolló su primera etapa realmente lo era, pero se va, con otros iguales o superiores y se convierte en una más del montón.

Sientes un orgullo especial que jamás antes habías experimentado, crees que algo has tenido que ver en ello, que las conversaciones trasnochadas, las lágrimas o enfados superados hicieron su trabajo y como en un universo de cosas maravillosas, todo está en su sitio, ocupando su lugar de forma perfecta. Es la conclusión, un final feliz, pero de la primera etapa nada más. Empieza algo aún más duro. Seguir y nunca desistir: máster, doctorado, trabajo tal vez…

Ahora puedes tener tu orla sin acabar la carrera, las cosas han cambiado tanto, créditos, Plan Bolonia, grados, dobles grados, etcétera, pero la indecisión, inmadurez, responsabilidad y complicada elección, normalmente, son las mismas o peores aún que hace años. Pocos llegan al final teniendo claro a qué se dedicarán. Ante las actuales expectativas laborales que se les presentan, la única salida es no dejar de estudiar.

Los más afortunados encontrarán algo al terminar la carrera, pero la mayoría esperará la oportuna convocatoria de oposiciones, que le proporcione la plaza deseada en instituciones del Estado a ser posible, compitiendo con miles como ellos que, con ayuda de academias, tiempo y muchos codos se presentarán a exámenes cada vez más complicados y exigentes o a plazas con procesos selectivos de dudosa legalidad. Años de espera que pueden ver su recompensa, o terminar en frustración y vuelta a empezar. Lamentablemente, aprobar no es sinónimo de encontrar trabajo.

Algunos realizarán el sueño de trabajar en lo que les gusta, incluso podrán hacerlo en nuestro país, otros, una cifra que va en aumento, tendrán que emigrar para ganarse el pan, dejando atrás familia, amigos y los planes con los que iniciaron sus estudios.

A pesar de todo os digo: disfrutad de lo conseguido, eso nadie os lo quitará.