PLAZA: Un cuarto de entrada en tarde calurosa en el coso placentino.

NOVILLOS: De Carmen Borrero, bien presentados, bonitos de hechuras y de juego desigual. Resultaron los mejores cuarto y sexto. Al tercero se le premió con la vuelta al ruedo de forma incomprensible.

NOVILLEROS: Javier Solís, dos orejas y oreja con petición de la segunda y dos vueltas al ruedo. José Luis Benavente, oreja y silencio tras aviso. Miguel Angel Perera, oreja y oreja con petición de la segunda.

La apertura de feria tuvo muchas notas positivas y algunas negativas. Empezando por lo bueno, hay que resaltar la presentación de la novillada de Carmen Borrero. Ejemplares bonitos, bien hechos y de buen trato, aunque su juego tuvo desigualdad. Los hubo con clase y calidad, como cuarto y sexto, e incluso el primero, pero a éste le faltó algo más de raza para transmitir. Con ese porcentaje, ya se puede calificar la novillada en su conjunto de manejable, y más en los tiempos que corren. De seis embistieron tres y uno más, el tercero, que iba y venía, sin molestar. Pero de ahí a merecer el abultado premio de la vuelta al ruedo, hay un abismo.

TOREO DE LA TIERRA

Ante los de Carmen Borrero había una terna de jóvenes, de la tierra, que cuentan con distinto bagaje. Solís y Perera llevan una andadura más larga que el local Benavente y, eso, también se notó en el ruedo. Pero en el global de la tarde hay que destacar que, el público que quiso pasar la primera tarde de feria en la plaza, se divirtió con las jóvenes promesas del toreo extremeño.

Siguiendo con las cosas positivas de la tarde, hay que colocar en lo alto del podium a Javier Solís. El pacense, que volvía a la cara de los novillos después de la cogida sufrida en Madrid, lo hizo con confianza y sin acusar el percance. Estuvo pletórico en el conjunto de su actuación. Tuvo un lote colaborador, siendo más boyante y con más cualidades el cuarto, aunque supo aprovechar a cada uno en su justa medida. Al que abrió plaza le hizo una faena pulcra y limpia, con series muy ligadas, sin dejarse tocar la muleta y con un temple magistral. Al cuarto volvió a torearlo a placer, las series de nuevo templadas y los muletazos largos, pero a éste lo pinchó antes de dejar media estocada en buen sitio y de ahí que perdiera la segunda oreja.

Miguel Angel Perera es un novillero con una personalidad muy marcada. Posee las cualidades de los buenos toreros y se asemeja a José Tomás en casi todo lo que hace. Su faena al tercero del encierro bien podía haberla firmado el de Galapagar en sus comienzos. Pero igual que se parece en todo lo bueno y en su pureza, también en la frialdad a la hora de vender el buen producto. Cuajó una serie de naturales limpios, con hondura y largura y un par de circulares metieron al público en faena. Pero el posterior desarme volvió a sacarlo. Terminó con manoletinas ceñidas que volvieron a calentar.

José Luis Benavente anda con aplomo en la plaza y se le vislumbran virtudes, pero ayer no tuvo un lote adecuado para poder juzgarle.

En cuanto a lo más negativo del festejo, hay que detenerse en la ligereza del palco a la hora de premiar con la vuelta al ruedo al tercer novillo. No fue animal de bravura espectacular, simplemente se dejó llevar, ni muchísimo menos el mejor de los seis. Empezando así la feria, con esa benevolencia, no sabemos lo que nos queda por ver.