Mide 1,84 metros y duerme desde hace dos años en el reducido habitáculo de un Citroën AX aparcado contra la pared del párking público del Rosal de Ayala, junto a la estación de autobuses. Los años han llevado a Vicente Arroyo de una vida normal con mujer, siete hijos y un trabajo de electricista bien considerado a vivir en un coche donde las mantas impiden ver que en su interior tiene las camisas colgadas en perchas junto a bolsas con morcillas y una carpeta con su vida laboral desde que una obra con Dragados le trajo a Plasencia hace 31 años.

"¿Que por qué vivo en el coche? Pues porque desde marzo del año pasado he estado sin trabajo y no tengo posibles para pagarme un piso". Problemas con su mujer, separación, alcohol, depresión y 55 años. Con semejantes antecedentes ha ido haciendo chaperones, pero "esta edad es muy jodía para que te den cualquier trabajo y donde podía haber pedido yo un hueco de electricista me daba vergüenza porque a mí me han tenido siempre muy bien considerado en la profesión".

No tiene ninguna queja de los Servicios Sociales del ayuntamiento, ni de Cáritas ni del cura del barrio, que le han venido dando vales para su sustento, pero extraña que en estos tiempos del Estado del bienestar un hombre duerma 730 días con la cabeza en el asiento del conductor y los pies en el del acompañante. "No puedo echarle la culpa a nadie de lo que me pasa y tampoco he ido yo a pedir nada más que vales para comer cuando no me salían chaperones".

El ayuntamiento le acaba de dar otra oportunidad: media jornada de peón desde el martes pasado por un año. "Claro que soy útil, si no me habría tirado de un puente, pero sin trabajo te deprimes más, es un círculo vicioso. Nunca he pedido un piso, pero claro que me hace falta. Pon ahí que me den un piso, ¿a quién se lo pido?".

Repite una y otra vez que el orgullo le ha jugado malas pasadas en su vida, pese a lo que todavía mantiene contacto con su familia, e insiste en que "hay mucha gente buena" hasta reconocer que nunca es tarde para reconducir su vida. "Pregunta por ahí, soy una persona sociable, y nunca se me han caído los anillos por poner un ladrillo o lo que sea".