Una usuaria del punto de encuentro familiar aplaude su reapertura porque, desde que se cerró, las entregas de la hija que comparte con el padre, del que está separada y al que ha denunciado por violencia de género, se hacían en su propia casa y, en cada ocasión, generaban momentos de tensión.

«Estoy más tranquila porque en el punto no nos llegamos a ver y no se crea ese conflicto. Evita que me pueda llegar a pegar porque lo cierto es que tengo miedo a que me haga algo». De hecho, le ha denunciado por una agresión en una de las entregas.