Suele decirse que lo que no se aprende cuando uno es joven no se logra ya de mayor, pero Fernando Castillo parece ser una excepción a esta expresión de la cultura popular. A sus 62 años el pasado lunes, día 20, logró aprobar el examen práctico y sacarse el carnet de conducir de coche. "Con mucho esfuerzo y mucha constancia", manifestó ayer con una sonrisa en la cara que reflejaba, como si mirase por un retrovisor, su satisfacción personal por haberlo conseguido.

Precisamente este nuevo conductor de la ciudad tiene ya "todo preparado para que cuando me llegue el carnet pueda coger el coche, que ya tendré el día 3, pero todavía falta todo el lío de trámites de papeles", señalaba.

Además, no le resulta paradójico tener que poner a su edad una L de novel en la parte trasera de su nuevo vehículo: "Ya se sabía, pues las normas son así y de todas formas yo tampoco tengo ganas de correr", por lo que no se plantea hacerle frente a otro piloto de mismo nombre, Fernando, pero, Alonso de apellido.

Pese a ello, Fernando sí reconoció haber tenido un motor impulsor que le mantenía con gasolina en cada momento para poder continuar, su mujer. "Me animaba cada día para que no lo dejara y ahora ella va a ser la más beneficiada porque ya la puedo llevar a todas partes".

No obstante, y a pesar de vivir en un mundo en el que gran parte de la gente reconoce que no podría vivir sin tener coche, este camarero prejubilado del Bar Español dice que hasta ahora no lo había necesitado y que por eso no se lo había sacado de joven. "Como estoy prejubilado ahora tengo mucho tiempo libre y me he comprado una parcelita, entonces ahora sí que necesito un coche para poder ir, aunque de momento he estado yendo en una moto".