Si en el cine las bicicletas eran para el verano, en la vida real no se salvan en ninguna época del año porque últimamente se están convirtiendo en reclamo para los ladrones, que las toman prestadas para desguazarlas y utilizar las piezas para renovar sus propias bicicletas o simplemente para llegar antes a alguna zona de la ciudad.

Según la Policía Nacional, más de una decena han desaparecido en los últimos meses, la mayoría de la calle ante el descuido de sus dueños y de garajes comunitarios que encuentran abiertos. No hay un perfil concreto de estos ladrones, aunque suelen ser grupos de menores que las desmontan para repartirse después las piezas y así mejorar sus propias bicicletas, pero también hay quien la revende como si fueran suya o no tiene reparos en robarla para llegar antes a alguna zona de la ciudad y después la deja abandonada.

Lo que sí tienen en común es que sus principales víctimas son las bicicletas de montaña, que suelen superar los 120 euros de precio, y la dificultad de la policía para recuperarlas porque al no tener placa de matrícula, sólo se pueden identificar por la marca y el color. Además, se trata de un delito de hurto que prescribe a los seis meses y la multa es pequeña y, de ser un menor, los responsables son los padres.