"Ya no hace falta seguir al mismo ritmo" dijo ayer el subdelegado del Gobierno, Fernando Solís, para justificar la supresión de la vigilancia policial a la que se ha visto sometido en las últimas semanas el cerro de San Lázaro durante las 24 horas para combatir la venta de droga. "Entonces queríamos visualizar una nueva etapa --añadió-- para que quienes se desplazaban de otros pueblos supieran que la droga no era tan accesible", pero insistió en que "no podemos establecer tampoco un régimen policial porque eso a los vecinos tampoco les gusta". Aunque matizó que "no es que vayamos a abandonar este ni otro barrio" que en el caso de Gabriel y Galán, cuyos vecinos pidieron el mismo trato, significa, según dijo, "que la vigilancia no va a ser tan intensa ni tan visible como la que ha habido en San Lázaro".

No negó, sin embargo, el subdelegado que los últimos robos y tirones habidos estén relacionados con la vuelta a la normalidad en San Lázaro. "No nos debemos extrañar porque haya tirones y robos" y ya avanzó que se prevén más en la época de crisis que vivimos. Por lo que reiteró, como otras veces, que su objetivo es completar la plantilla de comisaría. Mientras la alcaldesa le echó un capote y pidió complicidad: "No debemos desvelar las estrategias policiales para no favorecer a los que delinquen".