Una multitud de jóvenes desafió la lluvia matinal de chiringuito en chiringuito, pero cuando de verdad se llenó el Puerto fue por la tarde cuando iba a salir la Virgen en procesión. Más de 15.000 placentinos subieron a arropar a la patrona en una romería pasada por agua y marcada por la muerte del Papa, en la que lució el sol en el preciso momento en el que la corporación municipal sacaba a la Canchalera del santuario, como manda la tradición.

Por eso la cofradía se arriesgó a no protegerla con la urna de cristal, pese a que no tardó en chispear, por lo que probablemente se aligeró la tradicional puja aunque sin desmerecer a la de otros años: 1.400 euros por introducir a la Virgen en su ermita, 2.000 por subirla al camerín y mil por el ramo de flores a cargo del bar Choco.

Hasta ochenta devotos se apuntaron a cargar con la Virgen, que llevaba el manto del cincuenta aniversario de la coronación, la corona y el bastón de mando de la ciudad, y se organizaron tres turnos de los cuales uno fue exclusivamente de mujeres. En señal de duelo por la muerte, sólo un día antes, de Juan Pablo II, se rezaron cinco rosarios y no se alzó a la imagen. No faltaron las vivas a la Canchalera ni los pañuelos blancos agitándose desde los canchos, pero fue una procesión más sobria. Sólo hubo pitos a la severidad con que algún cofrade dio instrucciones por megafonía.

Este ha sido el segundo año que llueve en el Puerto, pero el primero que gana el transporte público al coche y que se pudó ver en directo por televisión. Protección Civil, Cruz Roja y las policías local y nacional, al completo, velaron por la seguridad y sólo hubo lesiones leves.