Mañana, a las diez de la noche en la plaza de toros, Manolo García actuará en Plasencia. Su entusiasmo y su energía cuando habla son contagiosos y auguran un concierto para recordar.

-El público le espera expectante, ¿supone mucha responsabildiad, o la experiencia es un grado?

-Supone responsabilidad siempre porque respeto muchísimo al público. Lo primero que hay que hacer es pensar en los demás. Mañana será un día especial, de fiesta, en el que yo me convierto en la fiesta de los demás, también de mí mismo, pero acudo a Plasencia con un talante de alegría, de sueño, de magia.

-¿Cómo se prepara para un concierto? ¿Tiene algún ritual?

-Lo básico es ir descansado, es de lógica. Haber dormido. Si quieres ser profesional, tienes que cuidarte y yo soy muy serio.

-Viene a presentar su último disco, pero ¿tendrán cabida canciones míticas, de El Último de la Fila?

-Con siete discos en solitario, El Último va quedando ya atrás. Yo fui la mitad de El Último y sería indigno recordar canciones, puntualmente puedo tocar una o dos de un repertorio de 30. No me parecería correcto más y la dignidad es muy importante.

-Hábleme de la puesta en escena del concierto, de los músicos...

-Seremos ocho músicos y yo y la puesta en escena será de teatro, muy cuidada porque lo trabajamos mucho. Yo le doy una importancia capital a la luz y el sonido. Todo está ensayado y, después de unos 20 conciertos de la gira, la gente sale contenta, con entusiasmo. Yo salgo como un chiquillo, con ánimo festivo. Son conciertos largos porque siempre pasan de las dos horas y es que me emborracho de alegría, me animo.

-¿Le gusta el Manolo García músico que ha llegado a ser?

-Me gusta mucho porque vivo conmigo y tengo que llevarme bien conmigo mismo (risas). Yo elegí la música desde muy jovencito y sigo pensando lo mismo, mi vocación es firme. Al principio, tenía un trabajo, pero la música no era un hobby, era algo más vital. Luego, fue mi modo de ganarme la vida y lo disfruto, esa ilusión perdura. Jubilarme de hacer canciones sería como jubilarme de la vida. La ilusión, las ganas, están ahí, la música me gana. Voy a seguir siempre.

-¿Cómo definiría este último disco, qué va a escuchar quien no haya tenido oportunidad de hacerlo antes?

-Es un disco muy vital, muy en calma, muy tranquilo. No hay temas muy vertiginosos, sino tranquilos, con piano. Me gusta tocarlo tanto en directo que toco 10 canciones de un total de 15, que no está mal, pero mi plan a partir de septiembre es tocarlo entero.

-¿Con qué sensación le gustaría terminar el concierto?

-Con la misma que cada noche, con que el público ha disfrutado, con que ha merecido la pena tocar porque han soñado y hemos conseguido parar el tiempo un ratito, que no es fácil, pero se intenta. Yo no concibo llegar a Extremadura y hacer un concierto de trámite, voy con una ilusión del copón porque la gente me espera con ganas, con ilusión. Eso se llama respeto y empatía. Yo también soy público, voy a conciertos y sé lo que es sentir que ha merecido la pena.