POR RAQUEL RODRIGUEZ

Luciano García y Magdalena Guariste son vecinos del barrio del Pilar desde hace muchos años y en la misma barriada decidieron comprar el local del antiguo Mesón La Venta y reconvertirlo en el Mesón El Pilar, en la calle María De Molina, justo ante la avenida de Extremadura.

Luciano recuerda que toda su vida había sido camionero, pero un día lo dejó "con la idea de haberme comprado un camión" y al final, su mujer y él acabaron haciéndose cargo del Bar Buenos Aires, también en El Pilar. Allí estuvieron durante 3 años hasta que en 1996 les gustó el local de La Venta y lo adquirieron.

En octubre, en las fiestas del Pilar, se cumplirán 18 años, una mayoría de edad que llega con sinsabores debido a la crisis, pero en la que han vivido momentos muy buenos. "Al principio todo nos fue muy bien, porque estábamos prácticamente solos". De hecho, recuerdan que apenas estaban ellos y otro bar en la avenida y que fue entonces "cuando empezaron a entregar los pisos de alrededor".

Por eso, han visto crecer la avenida y a sus vecinos. De hecho, la mayoría de sus clientes actuales son "clientes de toda la vida, que se han criado con nosotros. Es como si sus hijos hubieran nacido aquí, les hemos visto crecer, así que son como de la familia".

Así, Luciano y Magdalena destacan por su trato afable y que hace sentir al cliente como en casa . "Este es el mejor barrio de Plasencia para vivir. La gente siempre nos ha tratado bien y nuestros hijos --tres-- se han criado aquí", destaca Luciano.

Por esos clientes fieles se mantienen porque confiesan que han notado mucho la crisis, sobre todo en los tres últimos años. Antes, su mejor época era el verano --tienen una terraza con mucha sombra y en la que han llegado a tener 15 mesas-- y en invierno, porque el Mesón El Pilar está situado justo enfrente del colegio del Pilar y "vendíamos muchos bocadillos". Pero, "con la crisis hay mucho paro. Yo tengo clientes que llevan cinco años sin trabajo", señala Luciano.

Aún así, esperan poder mantenerse al menos cinco años, en que les tocaría jubilarse. "La idea es llegar a la jubilación porque, después de veinte años trabajando aquí, dónde vamos a ir si no".

Afortunadamente, sus tres hijos, que les han ayudado esporádicamente los fines de semana cuando los padres lo necesitaban, tienen trabajo, con lo que, a priori, Luciano no cree que vayan a continuar regentando el mesón. Además, subraya que "esto es muy esclavo. Yo abro a las 8.30 horas y hay días que son las doce, la una o las dos cuando cierro". Eso sí, en verano cierran a mediodía para descansar y los lunes es el día de cierre.

El resto del tiempo, abren con una oferta basada en los pinchos, bocadillos y raciones. "No podemos dar menús porque solo estamos mi mujer y yo". Y su especialidad son los productos ibéricos. Primero, Luciano destaca el queso de aceite "originario de Acehúche, porque mi mujer es de allí y de allí me lo traen". Señala que es lo que más gusta a los clientes, pero también destaca la calidad del jamón, del chorizo, de la morcilla patatera...

De igual forma, mantienen su oferta de bocadillos y también ofrecen raciones, "de morros, callos, calamares, tortilla, picadillo...". Otra ventaja que también tiene el Mesón El Pilar es que sus precios son "bastante económicos. Tenemos el botellín de cerveza a un euro y la caña a 1,10", señala Luciano.

¿Sus mejores épocas? La feria y las fiestas del barrio "y cuando hay eventos en la plaza de toros o había en el campo de fútbol". Echando la vista atrás, Luciano está satisfecho. "Hemos podido ayudar mucho a nuestros hijos y eso ha sido gracias a este negocio".