El hombre que este verano había montado su casa en un banco de la avenida del Valle ya duerme bajo techo. El del Hospital Psiquiátrico, donde le condujo la policía local previo informe del centro de salud de guardia el sábado por la tarde. En el mes y medio que llevaba malviviendo frente al supermercado de El Arbol, Mihai se había hecho popular entre las vecinas, que le llevaban comida diariamente.

Hasta que llegaron las lluvias y las vecinas pidieron a la policía local que le sacaran de la calle. "No se metía con nadie y nos daba en el alma verle cómo estaba", decía una de ellas y la intervención policial llegó el sábado por la tarde. Agentes de la local le invitaron a subirse al coche patrulla para ir al médico, que aconsejó su ingreso en la unidad de alcohólicos del citado centro sanitario.

Los policías se preocuparon de que Mihai se recupere lo suficiente como para que su situación pase después a los servicios sociales o a alguna organización humanitaria, como Cáritas. Este es un caso más de indigente que llega a la ciudad y duerme bajo las estrellas, por lo que el obispado abrió un albergue durante el frío navideño. "Aunque no todos están dispuestos a dejar la calle porque hay que someterse a cierta disciplina", indica un trabajador social experimentado en casos como el de Mihai Bota.

Este es un hombre de no más de 40 años, pero podría pasar por uno de 60 por su deterioro físico. Es de origen rumano y para la policía era un desconocido hasta que sobrecogió a las vecinas y a los propios agentes a pleno sol de julio en un banco frente al parque de La Isla.

No es el único

Hay otros casos como el de Agustín, incluso más popular que el de Mihai, porque son muchos los que le prestan una ayuda que pide por todos los rincones de Plasencia educadamente. Pero su techo es el cielo y no está dispuesto, de momento, a cambiarlo. Mientras tanto un día recibe una chaqueta para combatir el fresco de las últimas noches lluviosas, otro un plato de comida caliente y alguno que otro un baño. Son otras formas de vida, pero en el caso de Mihai la policía ha sido sensible a la demanda social y a la situación de un hombre solo y enfermo en la calle.