No pueden ir solos al ayuntamiento, el Inem o Hacienda y tienen que pedir ayuda para entrar en tiendas o cruzar los pasos de cebra elevados. La asociación de minusválidos Rompiendo Barreras ha dado la alarma sobre el sinfín de obstáculos arquitectónicos que hay en la ciudad y ha reclamado a la nueva corporación municipal que haga cumplir la ley de accesibilidad.

Noelia García, presidenta de la asociación, tiene claro que "el problema es que en las nuevas construcciones el arquitecto conoce la ley pero el ayuntamiento no le obliga a cumplirla. En todas las fases por las que pasa un proyecto lo saben, pero les da lo mismo". También destaca que algunas zonas están adaptadas, pero no como marca la ley: "La mayoría de las rampas no cumplen la inclinación apropiada, en los pasos de peatones elevados han dejado un hueco en el que se atasca la silla de ruedas y los locales nuevos tienen rampas dentro, pero un bordillo en la calle".

Otro miembro de la asociación, José María Real, también hace hincapié en la contradicción de edificios como el ayuntamiento o la Uned: "En el primero hay ascensor, pero no llega hasta la última planta y el segundo está totalmente adaptado, aunque siempre hay un portón en la entrada que no podemos atravesar".

BARCELONA Y VALENCIA, PIONERAS

A estos edificios añaden la catedral, Las Claras o la piscina municipal y la consecuencia de estas barreras es que "tiene que venir mi madre conmigo o tenemos que estar pidiendo siempre a la gente que nos eche una mano", apunta García. Con todo, no dudan en dar un suspenso a la ciudad en cuanto a eliminación de barreras y lamentan que no se parezca a otras como Barcelona, Valencia o Logroño. El presente lo ven tan negro que García afirma: "No sé si llegaré a sentirme integrada. Hasta que media España no esté en silla de ruedas, esto no se va a solucionar".