Miralvalle ha dado este fin de semana una lección a todos los barrios en fiestas con una animación vecinal tal que las calles estuvieron tan repletas como los bares. La otra nota característica es que los vecinos lograron olvidarse de la amenaza del agresor sexual que ha actuado ya dos veces en la barriada y la última vez hace menos de una semana.

Cuando otras fiestas vecinales pasan sin pena ni gloria hasta para los residentes, las de Miralvalle han demostrado por qué es tan largo el listado de comercios del barrio que colaboran con la asociación de vecinos en su organización. Nada más y nada menos que ochenta establecimientos participan del carro que tira la presidenta vecinal, Carmen Acero, y su directiva en representación de un barrio que supera ya los 5.000 vecinos.

JORNADA MARATONIANA

La directiva no olvida que sus grandes retos están ahora en mejorar el asfaltado y la recogida de residuos, pero los aparcan mientras duran unas fiestas cuyo programa se inició a finales de agosto. El sábado fue el día grande y maratoniano. La mañana empezó con concursos y juegos infantiles sobre bicicletas, en sacos, a bolos y con piñatas y los mayores se unieron a mediodía en los bares de tan suculentas tapas y el ponche con dulces organizado en la calle Lusitania.

Entre charangas llegó uno de los momentos más deseados para los más pequeños: los recorridos gratis por el barrio en el tren Mayorga que se repitieron el domingo tras la misa. Este año también fue novedad el concurso de repostería y siguió el tradicional partido de fútbol sala entre casados y solteros. El broche lo pusieron la verbena y la entrega de trofeos y regalos por sorteo.