Para dar lecciones de dignidad, primero hay que tenerla y Victoria Domínguez nos ha vendido una moto. Dice que se va del PP porque no quiere ser comparsa de la estrategia nefasta de Anselmo Díaz Cabello de que cuanto peor vaya el ayuntamiento, mejor para el PP. Pues claro que es una táctica despreciable, pero no es nueva. O sea que le ha sobrado tiempo para abandonar el partido, incluso mucho antes antes de bendecir con un silencio cómplice el tripartito opositor que forman el PP, el CCPL y la tránsfuga del PSOE. Pero no se ha ido hasta tener acuse de recibo del expediente disciplinario con propuesta de expulsión de cuya existencia reconoce ahora que nunca dudó.

Es decir que o se va o la echan. Pero se queda con el acta de concejal que obtuvo, para más inri, como candidata del PP y eso es tan indigno como legal mientras no haya listas abiertas. Debo tener pelos de bruja porque cuando esto mismo le dije a Pepa Camisón al abandonar el PSOE, aquí mismo vaticiné que Victoria Domínguez iba a ser la siguiente en sumarse al camarote de los hermanos Marx que parece ya el pleno del ayuntamiento. Donde la nueva concejala no adscrita se ha hecho con la llave de toda la corporación municipal.

No es que el PP sea más digno, ni José Luis Díaz. Pero ella es más de lo mismo. El canibalismo partidista también ha devorado a Victoria Domínguez, pero ella juega la revancha en terreno público. Los ciudadanos vuelven a pagar las puñaladas traperas de los politiquillos de tres al cuarto. Surrealista que el PSOE vuelva a tener la mayoría simple que le dieron las urnas gracias a la candidata a la Alcaldía del PP.