El pasado jueves a las ocho en punto de la tarde, en el patio de columnas del Complejo Cultural Las Claras de Plasencia, tuvo lugar la gala de entrega de los III Premios Turismo que organiza El Periódico Extremadura. Un reconocimiento a la excelencia del turismo regional y de nosotros para nosotros.

La experiencia me indica que en general, de diez años atrás a la actualidad, las mejoras en el sector turístico en nuestra región son más que evidentes a todos los niveles y que quienes no profesionalicen su negocio, sea de la índole que sea, aun mostrando cercanía y familiaridad, ya que una cosa no está reñida con la otra, se quedará fuera.

Lo que necesitamos y, muchos ya han logrado, es profesionalizar el servicio, empezando por el establecimiento, pasando por la oferta y terminando por el personal.

Puedo afirmar que, si bien es cierto que cada vez menos, no hemos sido buenos embajadores de lo nuestro, de nuestra propia tierra. Tal vez el motivo, para empezar, sea que nosotros mismos la desconocemos. Escucho habitualmente a personas de distintos ámbitos comentar que no han visitado nunca o hasta desconocen la existencia de lugares cercanos a su domicilio habitual o no más lejos de cien kilómetros de distancia. Lugares llenos de encanto por múltiples motivos, que bien merecen ser, primero conocidos por los autóctonos y después, también reconocidos, aunque ya se sabe, nadie es profeta en su tierra.

Es por ello que el trabajo comienza por revisarnos, conocer el territorio y prepararnos para atender con calidad a un viajero cada vez más formado e informado y no menos variopinto, que demanda completar su aventura con la ayuda de las gentes que han nacido, crecido y desarrollado sus vidas en los lugares que visitan.

Lo tenemos todo, que llega Semana Santa y la flor del cerezo retrasa su apertura porque hace frío y nieva, y en lugar de un manto blanco de pétalos de flores es uno de nieve o, no apetece el turismo religioso de la Semana Santa Internacional de Cáceres, no pasa nada, ofrecemos espectaculares cascadas, barranquismo, senderismo, arte e historia, teatro por si llueve y espectaculares fotografías siempre porque, si algo tenemos aquí, son estampas para guardar, al menos, en la retina.