Rafael García se llevó ayer un buen susto cuando a las diez de la mañana encontró en un camino de tierra a las puertas de su finca a la joven Estela Fernández. Sin embargo, su experiencia en el cuerpo nacional de policía le valió para llamar rápidamente a sus compañeros de la comisaría placentina e intentar tranquilizar a la chica.

García explicó ayer que una hora antes de descubrirla su mujer y él escucharon gritos: "Oímos voces, pero tenemos un vecino que chilla mucho y no le dimos importancia". Después incluso salió con el coche por el camino de tierra en el que la encontró más tarde, por eso cree que la joven debió de caer desde un terraplén de unos cuatro metros de altura. "Volvimos a escuchar como un lamento y entonces mi mujer la vio en el camino. Estaba destrozadita, con un moratón en el ojo, dos hematomas en las rodillas y arañazos en brazos y piernas, pero la sangre estaba seca, como si se se hubiera hecho las heridas el día anterior. Además, hablaba con dificultad, aunque me pudo decir que era de Malpartida de Plasencia y que se había caído de la bicicleta y al final me dio las gracias por ayudarla".

GOLPE DE SUERTE García, que tuvo que atender ayer hasta a canales de televisión después que EL PERIODICO publicara la noticia de la desaparición, en seguida llamó a la comisaría de Plasencia y ayudó a la joven a caminar hasta el coche policial que la trasladó al hospital. Además, destacó que su hallazgo fue en parte cuestión de suerte porque "en ese momento estábamos limpiando unos depósitos, si llegamos a estar en la casa o en el corral, no habríamos oído sus lamentos". También el azar quiso que Rafael García y su mujer estuvieran en la finca porque "el día anterior no habíamos estado en toda la mañana y llegamos a las tres de la tarde. Si llega a ser el martes, habría tardado más en encontrar a alguien".