No debe pasar desapercibido el anuncio de que la alcaldesa se está pensando si el ayuntamiento debe ceder alegremente terrenos municipales al ministerio de Interior como habían negociado sus predecesores del PP para que levante una nueva comisaría de la policía nacional más moderna y funcional o recurrir a la permuta del edificio actual, cuyo valor a nadie se le escapa y más en pleno centro histórico como está.

Es una buena noticia que el ayuntamien-to vaya a defender de igual a igual sus intereses ante otra administración máxime cuando los placentinos hemos tenido que pleitear durante años con el Estado para reclamar la reversión de patrimonio municipal y La Inmaculada por fin ha vuelto a casa, pero no sabemos qué será de los pabellones militares, aún en los tribunales.

Si el destino de la vieja colonia militar-- cuyos terrenos cedió al municipio en 1952 al Estado-- fue el abandono desde que desapareciera en 1985 el Regimiento de Infantería, a saber si el traslado de la comisaría no vendría a vaciar más el centro y mientras, el ayuntamiento no tiene dónde trasladar dignamente el archivo municipal, que malvive entre humedades en cuatro paredes de la casa consistorial.

El anuncio de que el ayuntamiento no va a dar más licencias de primera ocupación en el Pilar mientras las constructoras no entreguen las viviendas con los accesos como Dios manda tampoco ha de pasar inadvertido. Es una garantía para el ciudadano que tanto ahorra para comprarse un pisito y que luego arreglen el ayuntamiento y la constructora en una junta de compensación evidentemente inoperativa quién debe ser el paganini.

Esto debe ser la otra forma de actuar que vendía el PSOE en su contrato electoral y no los olvidos que parece tener en los plenos porque el diálogo no debe olvidarse ni en mayoría o va a lograr unir en las desgracias a la oposición, a no ser que sean señales divinas de que algún padrino le vaya a poner un piso a Raquel Puertas, y ya se sabe lo caro que es emanciparse.