Los consejos económicos y sociales nacieron con vocación de prestar asesoramiento en materia legislativa y aportar criterios y propuestas para el progreso económico y social de los ciudadanos. Existen en diversos ámbitos: nacional, autonómico y local. Su heterogénea composición --organizaciones sindicales y empresariales, partidos políticos y sociedad civil-- constituye una garantía de funcionamiento independiente y aséptico.

En la línea que inspira la filosofía de estos órganos, se ha redactado recientemente por el CES de Plasencia un Documento para la Dinamización Económica y del Desempleo. El propósito ha sido elaborar un informe equilibrado para, a través de un espíritu de consenso, buscar soluciones a los graves problemas económicos que afectan a la ciudad. Este ha sido el leitmotiv que ha presidido la labor de sus miembros, que han trabajado anteponiendo el interés general al lucimiento particular. Y es cierto que, cuando se busca el consenso, el resultado puede no satisfacer plenamente a todos los componentes.

El documento pretende ser un punto de partida para vertebrar el futuro de la zona norte, y muestra especial preocupación por el fomento de políticas activas sobre infraestructuras, industria, turismo, servicios, sanidad o educación, sin olvidar cuestiones como la sostenibilidad, la igualdad de la mujer o la conciliación de la vida familiar.

Si se lee atentamente su texto, se llegará a la conclusión de que es un informe ambicioso y nada conservador. Y, con las enmiendas que precise, debe convertirse en un gran pacto social contra el desempleo que obligue a cualquier corporación que gobierne el consistorio.

De las medidas que se proponen se puede discrepar. Y parece lógico que quien no esté de acuerdo con su contenido no lo suscriba. También parece razonable que cualquiera que piense que es mejorable aporte sus ideas. Siempre es preferible la crítica constructiva a la destructiva. Todo, menos caer en la demagogia.