Todo un colegio movilizado para ayudar a un alumno, Enrique Martín Redondo, que a sus nueve años sufre una distrofia muscular que le obliga a desplazarse en silla de ruedas. El problema es que el colegio no está adaptado para minusválidos y Enrique Martín tendrá que abandonar el centro si esto no cambia. Por eso, la asociación de Madres y Padres de Alumnos está moviendo cielo y tierra para recaudar el dinero con el que poder eliminar las barreras del centro.

Fuera barreras es como han bautizado a un proyecto ante todo humano, ejemplificado en un niño pero que "se trata de un bien común porque hoy es Enrique, pero esto le puede pasar a cualquiera", advierte la presidenta del Ampa, Lydia López.

Los padres cuentan con el apoyo del colegio que, para dar facilidades a Enrique, ha permitido que su clase continúe en la planta baja cuando a medida que aumentan los cursos las aulas van subiendo de planta. Pero López recuerda que, aún así, "no tiene opción a utilizar los recursos de las plantas superiores ni puede salir al patio en el recreo".

Lo peor es que, pese a la colaboración del centro, esta situación no se puede mantener por mucho tiempo y, si siguen las barreras "Enrique no podrá seguir estudiando en este colegio y continuar con sus compañeros, lo que, según los psicólogos, podría hacer que su enfermedad avanzara más rápidamente".

COMPAÑEROS SOLIDARIOS Porque si hay un colectivo que se está volcando con Enrique son sus compañeros de clase. Según la presidenta del Ampa, "han adaptado sus juegos para que mientras esperan la hora de entrada a clase, Enrique pueda jugar con ellos; se turnan para llevarle los libros; retrasan pacientemente su ritmo para adaptarse al de él; se pelean por acompañarlo al aseo para cuidar que no se caiga y lo ayudan y levantan cada vez que sus piernas, en un cambio de la silla al pupitre, le juegan una mala pasada".

Así, todo el colegio está colaborando, pero los padres advierten de que, para seguir en el centro, hay que modificar los accesos con rampas y puertas más anchas, instalar un ascensor y adaptar un aseo.

Solo la obra del ascensor les costaría 36.000 euros y, según Lydia López, se han decidido a recaudar fondos porque hasta ahora no han tenido suerte "ni con la Junta, que no nos apoya por ser un centro concertado, ni con el Obispado, ni con las obras sociales de las cajas de ahorro".

Han enviado su proyecto a diferentes instituciones, pero además, el próximo viernes 19, coincidiendo con el final del curso, han organizado un sorteo de regalos cedidos por diferentes casas comerciales a las que están muy agradecidos. Animan a toda la ciudad a participar y poner su granito de arena para que Enrique Martín siga en San Calixto.