"Sufrir acoso es estar constantemente con ansiedad, con agobio, con estrés, con desesperación. Yo me levantaba pensando en qué me iba a pasar ese día en el colegio y contaba las horas para volver a casa. Cuando llegaba la noche volvía a agobiarme porque tenía que irme a dormir y al día siguiente todo empezaba de nuevo. Para el niño acosado, cada día que pasa es un infierno".

Lo cuenta el cantante placentino Dami Beneyto, que sufrió acoso escolar en el colegio de La Salle "desde Infantil hasta tercero de la ESO, con épocas mejores y peores". El suyo fue psicológico. "Todos los chicos de la clase me dejaban de lado, conspiraban contra mí y a día de hoy no sé por qué. Quizás porque era introvertido y estudioso, iban contra el más débil".

Se lo contó a sus padres y estos hablaron con el colegio, pero "los profesores se lavaron las manos y encima me llevaron a mí a la orientadora, en lugar de a los acosadores".

Advierte de que "cuando eres pequeño, no tienes madurez para pensar que la vida es más que el colegio. Es tu mundo, no conoces otra cosa, y ahora es peor, con las redes sociales, porque ni en casa estás a salvo, no te puedes escapar por ningún lado".

Y después de un acoso continuado, reconoce que "llegas a pensar que lo que te pasa es culpa tuya, que te lo mereces y puedes llegar a la autolesión porque te das asco a ti mismo".

Por eso pide a los padres que "no dejen pasar ni un día" porque se van generando traumas y "eso es algo que queda de por vida". Tanto es así que no duda de que el acoso que sufrió en su etapa escolar le ha dejado secuelas personales como "problemas de autoestima y condiciona la forma de relacionarte con los demás y con tu pareja. Cuando me cambiaron de instituto e hice un grupo de amigos, necesitaba llamarles cada tarde a cada uno de ellos para asegurarme de que todo estaba bien. El nivel de demanda y exigencia de atención y cariño es mucho mayor", explica.