Los partidos políticos pasan por ser los principales agentes del sistema democrático. Han existido a lo largo de la historia y, en cada momento, han desarrollado un sistema peculiar de lucha política. Las críticas a los partidos se han centrado siempre en el déficit de su funcionamiento democrático. La opacidad de su financiación, la endogamia en la elección de sus líderes, la tibieza en la lucha contra la corrupción interna y la falta de un sistema electoral abierto han conducido a un descrédito del sistema de representación partidaria, de forma tal que un amplio sector de la ciudadanía ha llegado a pensar que estas organizaciones no son ya el instrumento idóneo para alcanzar objetivos como la libertad, la igualdad o la justicia social.

En la actualidad, además de estas críticas antiguas, se les pueden añadir otras nuevas. La más importante: los partidos políticos están viviendo una etapa de desideologización. Ya no es prioritario para estas organizaciones promover un análisis sobre los métodos y acciones que conduzcan a una mejor defensa de los intereses sociales; ni por supuesto se fomenta la discusión y el contraste de ideas. Más bien se reprimen, porque se confunde contraste de pareceres con disputa del liderazgo.

El próximo año es tiempo de congresos para los principales partidos españoles. Los medios de comunicación están dando cumplida noticia de quiénes aspiran a la presidencia o secretaría general de los mismos. Nos informan cabalmente de los movimientos tácticos que se producen en cada partido para alcanzar el liderazgo. Nos proporcionan colmadas noticias del sistema que van a seguir en las votaciones para la elección de tal o cual órgano partidario. Sin embargo, apenas se nos informa de qué propuestas ideológicas están en disputas ni qué aportes programáticos van a defenderse por un sector u otro. No existen o no importan.

Identificar en estos momentos democracia con pluralismo partidista es una mera ingenuidad. Más aún, una partitocracia desideologizada conduce a la negación del sistema democrático.