El paso de peatones más famoso e imitado en la historia musical, que en diciembre de 2010, recibió el grado de Monumento Clasificado por su «importancia cultural e histórica», Abbey Road, protagonista del duodécimo álbum de estudio y último publicado por la banda británica de rock The Beatles, debería de ser la única o similar referencia a pasos de peatones que tuviéramos en nuestra memoria. Lamentablemente, las habituales son muy diferentes y desgarradoras, el 77% de los atropellos se producen en pasos de cebra.

Testigos, en la última década, de las modificaciones en la legislación sobre el tránsito en dichos pasos, dada la acuciante necesidad e importancia en los procedimientos judiciales por accidentes de tráfico, comprobamos que aún son insuficientes.

La prioridad se le concedió al peatón para que al recibirla como derecho, también asumiera otras obligaciones como las de: mostrar la intención de cruzar mirando a los coches y a sus conductores, asegurarse que los coches que circulan van a parar, cruzar siempre por el lugar que nos permita más visibilidad o no salir de entre los coches… Teoría, sí, porque la práctica es mucho más diferente: vamos deprisa, corremos cuando el semáforo parpadea o cruzamos directamente en rojo si nos parece que no viene ningún vehículo lo suficientemente cerca, etc. Todos sabemos a lo que me refiero y lo hemos hecho alguna vez.

Para reducir estas estadísticas existen ya alternativas, costosas, pero nunca más que el precio de una vida o la suma de todas, como los pasos de cebra inteligentes, capaz de iluminarse cuando detecta que se aproxima un viandante, a la vez, que las señales específicas tipo S-13 encienden sus LED, para avisar a los coches de que el paso está activo y deben detenerse.

Dado que los accidentes ocurren de día y de noche, sería conveniente una normativa que impidiera aparcar a determinados metros de ellos aumentando la perceptibilidad a y de conductor y peatón, sobre todo en ciudad.

Tal vez la idea llevada a cabo por la celebración del World Pride de pintar de los colores del arco iris (reuniendo las características de seguridad vial en cualquier caso) no era tan mala a la hora de ofrecer mayor visibilidad y la DGT debería de plantearse esta bonita posibilidad e incluirla como señal en el Reglamento General de Circulación.