Dos robos han bastado para que la parroquia de San Nicolás haya decidido instalar una alarma. Lo confirmó el párroco como elemento disuasorio para evitar que los ladrones vuelvan a campar a sus anchas por la iglesia aunque son más los destrozos causados que lo robado. En la última ocasión se cree que el autor se escondió dentro cuando se cerraron las puertas y la primera fue más espectacular porque se subieron al campanario para deslizarse después por una pequeña ventana hasta el interior.

"No queremos que haya una tercera vez" indicó el párroco, que tomó la decisión después de consultar al obispado. La instalación de un sistema de alarma contra los robos en una iglesia llama la atención, pero cada vez se ve en más establecimientos públicos como tiendas, donde los hurtos son habituales. En el supermercado del Día en Santa Elena hubiera alertado de la presencia de los ladrones el jueves por la noche, pero aunque la alarma estaba contratada, aún no estaba instalada porque era el primer día de apertura al público.