Otro período pasó… Así sucede la vida. Vivimos ciclos que empiezan y acaban y vuelven a empezar hasta que nos vayamos del todo y continúen los que quedan. Como eternos Sísifos, nuestro sino es repetir año tras año cada uno de ellos. Responsabilidades que adquirimos a través de terceros y otras propias en las que, de algún modo, hallamos un ingrediente placentero para seguir llevándolas a cabo, aunque nos perjudiquen.

Dejando atrás las vacaciones estivales, la vuelta al cole de pequeños y mayores comienza otra vez más. Así, como máquinas con un propósito, volvemos a pasar una y otra vez por las mismas cosas que ya pasamos el año pasado y el anterior y… con excepciones, por supuesto, hay ocasiones que sólo suceden una vez en la vida y esas son las de verdad, las que aunque las repitas, jamás serán iguales, son: las primeras veces de todo. Tu primer día de colegio (si tienes la suerte de acordarte), de instituto o universidad. La primera vez que se te cae un diente y te visita el Ratoncito Pérez (aunque ahora, al parecer, se ha enriquecido y sus obsequios son de elevado valor). El primer beso de amor y el primer desamor. El primer trabajo y desempleo. El primer nacimiento en la familia y la primera muerte horrible. Buenas o malas todas tienen ese componente novedoso, mezcla de miedo y curiosidad que tanto nos atrae y a veces nos mata, como al gato, igual que en el ciclo sin fin de la vida de El rey León, para las que, a veces nos preparamos durante largo tiempo y, otras te sorprenden partiéndote el alma en dos o haciéndote inmensamente feliz.

Será el artículo de hoy una especie de catarsis de lo vivido. Un empujón para concienciarnos de lo efímero de todo y de las pocas primeras veces que realizamos a partir de cierta edad, con el paso del tiempo, van disminuyendo.

Por eso les invito de hoy en adelante a muchas más primeras veces que experimentar a través de cada sentido, intuición incluida. Déjense llevar, olviden las reglas y sean ustedes por completo un ratito todos los días, en cualquier lugar, con el cuerpo, con la mente… consigo mismos.

Hay tantísimas cosas por hacer en el mundo a lo largo de nuestra corta existencia, que debemos de tratar de experimentar cuantas más mejor y procurarnos a nosotros primero y a otros después, la oportunidad de encontrar, aunque sea instantáneamente, el placer y la felicidad que todos buscamos. ¡Sean felices!