El inicio a finales de agosto de las obras de reforma integral del colegio público Ramón y Cajal han causado quejas entre los padres porque no se haya aprovechado el verano para acometerlas máxime cuando no acabarán hasta pasadas las Navidades. De manera que la dirección del centro ha tenido que redoblar sus esfuerzos para organizar un curso que empezará con el edificio levantado aunque ayer su jefa de estudios, Marci Prieto, garantizó "la seguridad y la comodidad de los niños" para tranquilidad de las familias.

También para el centro es un trastorno, pero, en previsión, solicitó en mayo al ayuntamiento la habilitación de dos aulas en la conserjería y ya está hecho. Más adelante tendrán que trasladarse otras aulas a las salas de informática y de expresión corporal. Las obras de mantenimiento corresponden al ayuntamiento, pero reformas como la iniciada son competencia de la Junta de Extremadura, que reconoció ayer que "son molestas, pero inevitables" por lo que ha empezado por la cubierta para que esté terminada cuando empiecen las clases. La renovación seguirá por los aseos, las aulas, la carpintería, las persianas, el falso techo y la iluminación con un presupuesto de casi 370.000 euros para poner al día el viejo edificio del Ramón y Cajal .

"A nadie le gusta empezar el curso en obras" indicó ayer un directivo del Ampa que precisó, no obstante, que la asociación de padres y madres aún no ha valorado la situación.