Es tiempo de rebajas, en general, no sólo de ropa y productos comerciales con los que ahora nos bombardean a través de cualquier medio que capte nuestra atención, sino también de lo más importante, los valores humanos. Esos que antaño se apreciaban más que nada porque eran un bien escaso: la palabra de honor, cuando no había otra forma de demostrar que se podía confiar en una persona, cuando se hacían pactos entre caballeros y un simple lacre sellado otorgaba más valor a cualquier importante documento, que hoy una triste compulsa o huella digital del documento original, los abrazos (hasta tu peor enemigo se atreve mientras te clava un puñal en la espalda), los «te quiero» carentes de sentimiento… Los románticos estamos en peligro de extinción.

Hoy en día no se puede confiar en nada ni en nadie, ni siquiera en uno mismo. La vida sucede tan rápido que el huracán de acontecimientos te arrastra y te dejas llevar sin reparar en cada momento. Y de esto se aprovechan las grandes cadenas comerciales y también los pequeños comercios, cada uno en proporción a su tamaño y posibilidades. El bombardeo es incontrolable, acosador, ocho perfumes en diez minutos de anuncios publicitarios, huelen. El marketing utiliza cada vez más publicidad engañosa y agresiva, induciéndonos a error o afectando nuestro comportamiento económico. Nos engañan poniendo a prueba nuestra atención del aquí y el ahora, el presente, ese regalo que despreciamos acuciados por las prisas, distorsionando nuestra percepción y distraernos de lo verdaderamente importante.

Es algo habitual comprobar cómo la etiqueta muestra el «nuevo precio» indicador de que al producto se le ha aplicado una rebaja de su coste inicial de venta y justo debajo de ella, descubrir que el valor sigue siendo el mismo y la disminución que anuncia es otra arducia más.

Las organizaciones de consumidores cada época de rebajas lanzan normas y consejos protectores advirtiéndonos de esta grave y evidente manipulación, aunque, desgraciadamente no sean muy efectivas y, en la mayoría de las ocasiones, acuciados por las dichosas prisas, caigamos en el error y la manipulación se consiga. Lo principal y único importante es el objetivo, el interés inhumano, lograr el fin sin importar los medios, cueste lo que cueste. Todo está devaluado. Así nos va.