La palabra relevo la hemos tomado del ejército, siendo su significado básico el de: «cambio de tropas cansadas, por otras de refresco» y, por analogía, se ha aplicado a todas aquellas situaciones en que se sustituyen las personas, que en su puesto o función no pueden dar ya todo el rendimiento exigible, por otras llenas de energías.

En el relevo generacional, las nuevas generaciones sustituirían sucesivamente a las antiguas de manera que el peso de la lucha por la vida, recaiga sobre los brazos más recios, además de compensar dicho reemplazo generacional con nacimientos, las pérdidas por fallecimientos. Lamentablemente, esto no está sucediendo.

El porcentaje necesario para asegurar el sistema está en 2,2 hijos/mujer. La tasa de nacimientos podría incrementarse aumentando las asignaciones a los progenitores, pero incluso éstas, son inefectivas si no van acompañadas de una cultura social que valore la maternidad y la paternidad, el bien común. Y la alternativa no creo que sea pagar a las abuelas que cuiden de sus nietos, alienándoles, convirtiendo lo que siempre ha sido voluntad, entrega y amor, en obligación, como en algunos países nórdicos. Cada día veo a abuelos felices llevando a sus nietos al cole, las escuelas deportivas o la isla a jugar; no permitamos que este sentimiento se extinga.

Los Gobiernos raras veces piensan en proyectos a más de cuatro años y este tema requiere un planteamiento a muy largo plazo. La apuesta ha de ser unilateral. Debería de hacerse un pacto por la familia, para fomentarla y apoyar a quienes tienen hijos o mayores dependientes y a empresas que promueven la Responsabilidad Familiar Corporativa y facilitan la conciliación de la vida familiar y laboral de sus empleados.

El futuro está en nuestras manos y pasa por pensar en las nuevas generaciones desde la solidaridad inter-generacional, fortaleciendo los vínculos familiares. Necesitamos recuperar el respectum, en latín, valorar al otro, descubrir dónde estamos y dónde podemos llegar a estar y ser corresponsables del destino de los demás. Se trata de valores y prioridades.

Nuestra supervivencia está en entredicho por el propio egoísmo. El futuro depende de todos.

Tomo tu testigo, te relevo, pero no tengo a nadie a quien dejar el mío.